El chamamé, como género musical, es una expresión profunda de la cultura del litoral argentino. Entre las figuras que han dejado una marca imborrable en este género, destacan dos nombres que están indisolublemente ligados: Tarragó Ros y su hijo, Antonio Tarragó Ros. Este blog explora la vida de ambos músicos y cómo Antonio ha continuado y expandido el legado de su padre.
Tarragó Ros: El Rey del Chamamé
Santiago Rufino Ros, conocido artísticamente como Tarragó Ros, nació el 19 de junio de 1923 en Curuzú Cuatiá, Corrientes. Desde joven, estuvo inmerso en la música, ya que su padre también era músico. Aunque comenzó aprendiendo el bandoneón, pronto se decantó por el acordeón, un instrumento que definiría su carrera.
A lo largo de los años 40, Tarragó Ros se fue consolidando como una figura central del chamamé. Con su virtuosismo en el acordeón y su capacidad para componer piezas que resonaban tanto en los corazones de los correntinos como en los de todo el país, se ganó el apodo de «Rey del Chamamé». Entre sus composiciones más destacadas se encuentran temas como «El Toro», «Merceditas», y «La gaucha».
Tarragó Ros no solo era un intérprete excepcional, sino que también innovó dentro del género, introduciendo arreglos más complejos y accesibles. Su música era una combinación perfecta de técnica, emoción y respeto por las raíces tradicionales del chamamé, lo que lo hizo popular tanto en escenarios locales como en otros rincones de Argentina.
Falleció el 15 de abril de 1978, pero dejó un legado musical que ha perdurado a través del tiempo, influenciando a generaciones de músicos y seguidores del chamamé.
Antonio Tarragó Ros: El Hijo que Heredó el Chamamé
Nacido el 18 de junio de 1947, Antonio Tarragó Ros creció rodeado de música. Desde niño, estuvo profundamente influenciado por su padre y por el entorno musical en el que se desarrolló. Aunque llevar el apellido Tarragó Ros podía haber sido una carga, Antonio lo asumió como una responsabilidad y un honor.
Antonio comenzó su carrera musical en la década de 1960, pero fue en los años 70 cuando empezó a ganar notoriedad. A diferencia de su padre, Antonio incorporó una mayor diversidad de influencias a su música, explorando elementos de otros géneros y modernizando el chamamé sin perder su esencia. Esto lo llevó a ser un puente entre las tradiciones del chamamé y las nuevas generaciones, logrando que el género continuara siendo relevante en un mundo musical en constante cambio.
Antonio Tarragó Ros no solo ha sido un músico destacado, sino también un gran promotor de la cultura litoraleña. Ha participado en innumerables festivales de chamamé, ha grabado una extensa discografía y ha llevado la música del litoral a audiencias internacionales.
Continuidad y Evolución: El Legado de los Tarragó Ros
La relación entre Santiago y Antonio Tarragó Ros no es solo la de un padre y un hijo que comparten el amor por la música; es la de dos artistas que han sabido construir y expandir un legado cultural. Tarragó Ros estableció las bases del chamamé moderno, y Antonio, con su talento y visión, ha mantenido viva esa tradición mientras la adapta a nuevos tiempos y contextos.
Antonio ha sido muy consciente del legado de su padre, y aunque ha tomado su propio camino en la música, siempre ha reconocido la influencia y la inspiración de él en su trabajo. Esto se refleja no solo en su estilo musical, sino también en su compromiso por difundir y preservar el chamamé.
Un Legado que Trasciende Generaciones
La historia de los Tarragó Ros es un claro ejemplo de cómo el amor por la música y la cultura puede transmitirse de generación en generación. Santiago dejó una huella imborrable en el chamamé, y Antonio ha logrado mantener vivo ese legado, llevándolo incluso más allá de lo que su padre pudo haber imaginado.
Hoy en día, ambos son recordados y celebrados no solo como grandes músicos, sino como pilares fundamentales del chamamé. La música de los Tarragó Ros sigue sonando en festivales, radios y hogares, demostrando que el legado de esta familia es, y seguirá siendo, un elemento esencial de la identidad cultural argentina.
La dinastía Tarragó Ros ha sido y sigue siendo un pilar del chamamé. El padre, estableció las bases con su estilo inconfundible y su profundo amor por la música del litoral. Antonio, el hijo, ha continuado con ese legado, manteniendo vivo el chamamé y adaptándolo a las nuevas generaciones. Juntos, han asegurado que el chamamé no solo sobreviva, sino que florezca, siendo una parte vital de la cultura argentina.